Realmente, ahorita, no hay ningún lugar así, aparte de la pequeña ciudad llamada Hell, Michigan (EEU) cual, a veces, se ha enfriado en ocasiones. Pero apenas alcanza la descripción de un “infierno” que es propugnada erróneamente por muchos cristianos que creen que es un lugar de fuego eterno donde los “muertos vivientes” (??) son atormentados para siempre en llamas.
También, la palabra “infierno” no se encuentra en ningún lugar del texto original en las escrituras. En la versión inglesa de KJV, se encuentra como la traducción de las palabras griegas Hades y Gehena pero la mayoría de traducciones modernas reconocen que “infierno” es una traducción incorrecta del Hades, y más correctamente la ponen como “sepulcro” (tumba). Sin embargo, aun las traducciones modernas algunas veces traducen la palabra griega Gehena como “infierno”.
Entonces, ¿como la palabra “infierno” ha sido introducida a nuestra cultura? En esta corta respuesta, los referimos a dos libros excelentes que claramente les enseñara, en detalle, exactamente lo que la Palabra de Dios dice sobre este tema tan significante. Nuestro libro, ¿“Hay vida después de la muerte”?, establece lo que la Palabra dice acerca de la muerte y lo que pasa después, mientras que “El fuego que consume”, por Edward Fudge (211 pg.), es una exposición minuciosa sobre la "inmortalidad condicional", incluyendo el origen de la idea del "infierno" como un lugar de un tormento eterno para el malvado.
Una de las estrategias del Diablo es de hacer al cristianismo insensato, introduciendo ideas ridículas (es decir, ideas que legítimamente pueden ser ridículas porque no tienen sentido) en su teología. Acerca de este tema general, aquí hay dos puntos de errores que vinieron al cristianismo de la mente helenista (griega):
- No hay tal cosa como una "muerte" real (definido en cualquier diccionario como "el final, o, la ausencia de vida").
- Cuando uno "muere", entonces viven de una forma consciente, incorporal llamado “alma" o "espíritu". La mentira de que el humano no muere (introducido por el Diablo en Gen 3:4 y después creído por los griegos) genero la noción correspondiente que debe haber una residencia eterna para gente buena y otra dirección para gente mala. Así surgieron las siguientes falsedades:
- Una persona muerta va al “infierno” o al “cielo” para siempre.
- El “infierno” es un lugar de llamas y tormento para siempre.
- Fuego es un preservativo (¿quien más cree en esto?).
Es irónico que muchos cristianos creen que Adolf Hitler va tener una vida eterna. Se pueden preguntar: “¿Qué? ¡No puede ser!” pero piénselo bien—si Hitler es atormentado para siempre en fuego, ¿tiene o no vida eterna? Es una vida horrible, pero si es una vida eterna, ¿verdad? En lo contrario, Rom 6:23 dice:
“Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” (NVI)
Dios nunca dice que “la paga del pecado” es un tormento eterno. No, Él dice que el pago del pecado es un fin a la vida de uno.
Es importante reconocer que no hay ningún versículo en la biblia que nos diga que “alma” o “espíritu” sigue viviendo por sí solo. Ningún versículo dice que el infierno es un lugar de tormento eterno en fuego. Estas falsedades se origino con el enemigo de Dios, y se infiltro en el cristianismo a través de la mal traducción y mezclar de la cultura y creencias griegas con las verdades presentadas en la Palabra de Dios.
Pensando lógicamente, se le parece justo a usted que Dios, que la biblia nos dice es amor, ¿inflicta para siempre sobre los malvados la constante agonía de ser quemados? Piénselo—si para “siempre” fuera como un bouquet festivo, 50 millones de años de tormento fueran como una pequeña muestra de comida. Cualquiera que piense razonablemente concluiría que, incluso con “muchachos” tan malos como Hitler o Bin Laden, ¿simplemente fuera justo? Por supuesto que lo pensarían. La justicia no fuera cumplida por atrocidades tan grandes, y que triste es que esta creencia errónea ha contribuido a muchas personas dándole la espalda a Dios quien les dijeron que haría tal cosa.
El erudito Sidney Hatch muy bien expreso que confusa es la idea de un Dios justo para siempre atormentando por fuego a los que lo refutan:
“Una sociedad civilizada mira con horror la tortura y abuso de los niños o adultos. Incluso donde la pena capital es practicada, el objetivo es de aplicarlo lo más misericordiosamente posible.
Vamos a creer entonces que un Dios santo—nuestro Padre celestial— ¿es menos justo que los tribunales de los hombres? Por supuesto que no.”
Y el Obispo Lutero Sueco, John Persone, escribió:
“Para mí es inexplicable como una persona que mantiene una creencia ortodoxa [de un tormento eterno] puede en algún tiempo de su vida sentirse feliz. Él constantemente se está mezclando con personas que últimamenteseránatormentados eternamente sin fin…para mi es más inexplicable que tal persona ‘ortodoxa’ pueda esperar un momento feliz en eternidad, cuando él sabe que contemporáneamente con su estado de bendición continúa el interminable tormento y agonía de innumerables millones de condenados. Podría él, si amara a su prójimo como a él mismo, sí, incluso si tuviera un poco de amor humano y no es solamente un personaje egoísta desagradable, ¿podría aun tener un solo momento de felicidad?”
Bien dicho, ¿está usted de acuerdo?
Piense por un momento lo que es el fuego. ¿Qué hace con las cosas que toca? ¿Qué haría usted si encontrara su casa encendida por fuego? ¿Sintiera algún tipo de urgencia? O diría usted, “Hey, vamos al cine y cuando regresemos llamemos a los bomberos. No hay prisa, porque sabemos que nuestra casa se quemara para siempre.” Nada se quema para siempre y un simple estudio de la palabra “fuego” en las escrituras nos enseña que su primer propósito es destruir cosas desechables, como paja y cosas malas, como malvados, espíritus diabólicos y a Satanás (Malaquías 4:1 es un buen ejemplo).
Este articulo sobre el “infierno” no es el lugar apropiado de exponer la verdad bíblica que la muerte es el fin de la vida, y que el que muere ya no existe de ninguna forma o en ningún lugar más. Eso por sí mismo emite falaz la noción de que el "infierno" es un lugar donde la gente "muerta" vive y están conscientes. En su Palabra, Dios ingeniosamente optó la metáfora del "sueño" para describir figuradamente la muerte. ¿Por qué? Porque el dormir es una condición temporal de la inconsciencia que termina con un despertar. Dita para la muerte, y para el que cree en Jesucristo.
Donde no hay conciencia, no hay conocimiento del tiempo que pasa. Por lo tanto, el próximo pensamiento consciente del Apóstol Pablo será cuando vea la cara del Señor Jesús en su venida. Hasta ese glorioso momento, Pablo, como todos los que han muerto y volvieren al “polvo," ya no existen. Tampoco existiera más a menos que Jesucristo realmente murió, resucitó, ascendió al cielo, y viene de nuevo a levantar a los cristianos que han muerto. 1 Tesalonicenses 4:18 dice que esta es la única auténtica base verdadera que conforta a los afligidos. ¿Qué tal importante es este tema? Es un asunto de vida o muerte.
En el AT la palabra hebrea Seol (She'ol) significa “el estado, o lugar de los muertos” y usualmente es traducido como “tumba” (véase Sal 6:5, 16:10, 49:15, 89:48, etc.) porque literalmente no hay ningún lugar así, también puede ser traducido como “sepulcro”. Los hebreos reconocían que el hombre es un ser integrado (compuesto de partes mezcladas que cuando son unidas forman un conjunto) que sea vivo o muerto (para nosotros esto es obvio). Ellos entienden que el hombre no tiene un espíritu (alma), sino mas bien, de acuerdo a Gen 2:7, el hombre es “un ser viviente” (en hebreo neplesh), esto es, una persona viviente. Cuando uno muere entonces es un ser muerto (ej. Leve 19:28, 21:1; Núm. 5:2, 6:6, 11), esto es, una persona muerta.
En contraste con la enseñanza del AT, la mayoría de los griegos creían que el hombre tiene "un espíritu inmortal", que consideraban como la esencia no-corporal de su ser que estaba atrapada en lo temporal, prisión carnal de su cuerpo hasta el momento maravilloso cuando su cuerpo "muere" y su "espíritu" podría libremente volar hacia su rumbo a la montaña de Olimpo (donde habitan los dioses de la mitología griega), a la tierra de Sombra (el submundo del Hades), o algún otro lugar.
Debido a esta creencia, los griegos no tenían ninguna palabra que correspondía con la idea expresada por la palabra hebrea de Seol. Lo más cercano que encontraron fue el Hades (el lugar—estado—de las almas departidas; corresponde al Seol del AT—WordStudy Dictionary), y esto es lo que aquellos que produjeron la Septuaginta (una traducción del AT del hebreo al griego) escogieron como contrapartida para el Seol. Así como hacen con Seol en el AT, algunas versiones en inglés de la Biblia erróneamente traducen la palabra griega como "infierno" en el NT. [Para un estudio mejor sobre la palabra Seol y Hades, busque la palabra “infierno” en W. Bullinger’s Un Léxico Critico y Concordancia en Ingles y Griego del Nuevo Testamento [A Critical Lexicon and Concordance to the English and Greek New Testament] Zondervan Pub. Co., Grand Rapids MI.
El impacto de traducir Seol como Hades no puede ser sobre estimado. En el Seol, todo mundo está muerto, pero en la cultura y lenguaje griego, todo el mundo en Hades está vivo. Así, con la brocha de la pluma de los traductores de la Septuaginta, todos los muertos (en Seol) se otorgaron vida después de la muerte en el Hades. Los hebreos quien hablaban griego, leyendo sus biblias en el griego, naturalmente llegaron a creer que "los muertos estaban vivos" (algo que estaba, después de todo, en sus Biblia). Esto explica el por qué, en los tiempos de Jesús, muchos judíos creían que el espíritu de los muertos vivían después de que la persona moría, y por qué Jesús hablara de una parábola basada en esta creencia (Lázaro en el "seno de Abraham" – Lucas 16).
Debemos notar que la palabra inglesa "infierno" proviene de una palabra antigua significando "para ocultar". La primera definición en la tercera edición del Diccionario Webster es de “un lugar o estado de los muertos o de los malvados; usualmente bajo la tierra" (por lo tanto, la idea de "encubierto"). La segunda definición es "un lugar o estado de miseria, tormento, o maldad".
La idea que el “infierno” es un lugar de tormento eterno se desarrollo porque la palabra Hades trajo todo tipo de connotaciones de la mitología griega, en la cual Hades era el dios del submundo, un lugar donde las almas de las personas muertas iban para ser atormentadas. Como el erudito Bullinger escribió en el Apéndice 131 de la Biblia Compañera:
"El AT es la fuente de la lengua hebrea. No tiene literatura antes de ella. Pero el caso es completamente diferente con el griego. El hebreo es divino en su origen y uso. El griego es humano en su origen y llega a nosotros cargado con siglos de desarrollo, en la que ha adquirido nuevos sentidos, significados, y usos.”
La Biblia ciertamente habla de un lugar de fuego donde los malvados "sufrirán el castigo de eterna destrucción, excluidos de la presencia del Señor" (2 Tés 1:9). Esto es Gehena, una palabra griega que los escritores de los evangelios usaron en referencia a lo que en otro lugar es llamado "el lago de fuego". Es importante que no sólo malvados serán arrojados allí, sino también la "muerte y el infierno” para siempre seran exterminados (vea Rev. 20:12-15).
Gehena (Hebreo: gueh ben hin.nóm «Valle de»; Griego: γξξννα (gué.en.na); Latín:ge.hén.na--Wikipedía) significa "Valle de Hinón", que fue el basurero fuera de Jerusalén. Cuando Jesús utilizo esta palabra para referirse al lugar de la futura destrucción de los malvados (ej. Mat 10:28 — todavía erróneamente traducido como "infierno" incluso en versiones modernas de la Biblia), todos los que le escucharon sabían exactamente a que se refería.
Infierno: (gr. gehena), derivación del nombre hebreo Ge-hinom, que se daba al quemadero de basura en el valle de Hinom, cerca de Jerusalén (2 R 23.10). El Valle era un lugar donde los Judíos apóstatas sacrificaron a sus hijos a dioses paganos durante un periodo de tiempo, hasta que el fiel Rey Josías lo clausuró por tan abominable práctica (Jeremías 7:31-32; 19:5). RV 1995; Wikipedía.
Como el erudito Edward Fudge escribe:
“Escritores del NT escogieron la palabra Gehena para describir el fin de los perdidos sólo en los evangelios, hablando sólo a los judíos, y sólo cuando se dirigía a personas familiarizadas con la geografía de Jerusalén".
El lago de fuego también es llamado “la segunda muerte” (Rev. 21:8). ¿Qué significa esto? La Palabra de Dios claramente dice que el Señor Jesucristo va a levantar de entre los muertos a todos los que han vivido, y “los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados” (Juan 5:29). Pendiente que Adolf Hitler o Saddam Hussein no tuvieron ningún tipo de “conversión” antes de morir, ellos un día estarán en frente del Señor Jesucristo para dar cuentas de sus malos andares, y después de ser juzgados serán arrojados al lago de fuego para ser aniquilados. Ellos han tenido una muerte física, y “morirán” otra vez—para siempre, fuera de existencia.
¿Crees que ellos escuchando a Jesús hablar de los malvados quemándose en Gehena pensaban que era para siempre? Claro que no, porque sabían que la basura que llevaban al basurero ya no podía existir en el fuego sin ser consumido. Más bien, se quemaba, y dejaba de ser. Jesús uso la palabra de Gehena para ilustrar que los malvados son como la basura, dignos solo de destrucción. La única razón que el fuego siguió quemando fue porque toda la ciudad continuaba tirando su basura allí. Asimismo, cuando deje de hacer su trabajo, el lago de fuego no será más.
Si Rev. 20:10 está llegando a su mente como una aparente contradicción de lo que acaba de leer, está bien—debería de ser. Se habla del Diablo y un par de sus acólitas que son tirados en el lago de fuego “y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos" (LBA). Sin embargo, la Biblia no fue escrita en nuestro lenguaje, y cuando escudriñamos un poco más profundamente, vemos que "por los siglos de los siglos" en el griego es más precisamente traducido como "para las edades á edades" (‘para las’ es del griego eis—tous: Después de verbos, implica moción de cualquier tipo; traducido como hacia los siglos [edades]; en relación a tiempo, cuánto tiempo o marcando una duración—Mat 21:19: “Nunca jamás”—hasta los siglos; Mar 3:29 “jamás perdón”; Lu 1:50 “generación en generación”; Lu 12:19 “para muchos años”; Juan 8:35; 1 Tim 6:19; Heb 7:3; 2 Pe3:18; Rev. 9:15. Siglos es del griego aiōn [as—on]; correctamente una edad; por extensión, perpetuidad (también pasado); por implicación el mundo; específicamente un período (Judío) Mesiánico (presente o futuro). Manteniendo el decreto de Dios en Gen 3:15 que Jesús eventualmente "herirá en la cabeza" al Diablo (es decir, destruirlo), Ez 28:18 declara que el diablo será "reducido a ceniza". Aparentemente, como recompensa por su maldad, esto tomará un largo tiempo.
Algunos cristianos argumentan que aniquilación no es una amenaza suficiente para detener a las personas, y que la amenaza de quemarse para siempre es más eficaz para disuadir el pecado. Sin embargo, esto es mirar las Escrituras equivocadamente. Dios dice que es Su bondad la que nos “guía al arrepentimiento” (Rom 2:4), no Sus amenazas de muerte, aunque esto podría trabajar, porque el ser humano está programado a hacer todo lo posible para mantenerse vivo. Aparentemente, el pensamiento de no existir es aterrador a más personas que el pensar vivir incluso bajo condiciones horribles. Lo que Dios hace es darnos de Su gran amor cuando nos entrego a Su Hijo, y alentar a las personas a creer en él y obtener vida eterna.
Si Dios hubiera tratado de utilizar la amenaza del tormento eterno como disuasivo del pecado, Juan 3:16 podría leer: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se quemaría para siempre, mas tenga vida eterna”. Y Dios bien hubiera hecho esto muy claro en muchos otros versículos. El hecho de que la Biblia simplemente dice "perecerán" indica que los no salvos morirán, y así no existirán más. Lo que les espera ha aquellos que niegan el obsequio de la salvación de Dios mediante la fe en Jesucristo es aniquilación. Ellos serán terminados, desechados—historia. Y el resto de nosotros, por la gracia de Dios y la labor de Jesucristo, viviremos felices para siempre.
Para aquellos que creen en Jesucristo como su Señor y Salvador, él ha pagado el precio de sus pecados, y él les dará el obsequio de vida en el siglo que viene. Los que se niegan a creer en él, tendrán que pagar la pena del pecado. ¿Cómo? Muriendo para siempre en el lago de fuego. Vida eterna es lo que es—vida sin fin, y muerte eterna es la destrucción sin esperanza de regresar—exterminación permanente. Esto es la justicia perfecta de Dios, y es definitivamente una cuestión de vida o muerte.
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