Luc 9:35:“Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.” [RV 2000]
“Entonces salió de la nube una voz que dijo: “Éste es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo." [NVI]
Escribas cambiaron “mi escogido” [eklelegmenos] con “amado” [agapetós] para sutilmente despistar el hecho de que Jesús fue “escogido” [como el Mesías=“ungido de Dios”], ya que para algunos era Dios.
La mayoría de los eruditos aceptan la lectura “mi escogido” [eklelegmenos] como original. Entonces, ¿por qué este cambio? No es simplemente para hacer que compagine con el resto de los evangelios [Mar 1:1; 9:7; Mat 3:17; cp. Lu 23:35]. Si este fuera el caso, esperaríamos que hubiera pasado lo contrario—esto es, que los evangelios de Marcos y Mateo compaginaran con el de Lucas. La magnitud de los cambios textuales en Lucas, asociados con casi la ausencia total de cambios a Mateo y Marcos, sugiere que este cambio fue simple y sencillamente hecho por razón doctrinal, para eliminar cualquier posibilidad de una alusión Adopcionista.
La mayoría de los eruditos aceptan la lectura “mi escogido” [eklelegmenos] como original. Entonces, ¿por qué este cambio? No es simplemente para hacer que compagine con el resto de los evangelios [Mar 1:1; 9:7; Mat 3:17; cp. Lu 23:35]. Si este fuera el caso, esperaríamos que hubiera pasado lo contrario—esto es, que los evangelios de Marcos y Mateo compaginaran con el de Lucas. La magnitud de los cambios textuales en Lucas, asociados con casi la ausencia total de cambios a Mateo y Marcos, sugiere que este cambio fue simple y sencillamente hecho por razón doctrinal, para eliminar cualquier posibilidad de una alusión Adopcionista.
Lu 11:23: "El que no está de mi parte, está contra mí; y el que conmigo no recoge, esparce.” [NVI]
Aunque este versículo no representa una corrupción trinitaria, parece reflejar una corrupción Gnóstica al texto original. Ya que lo que se está encontrando sobre las enseñanzas “ortodoxas” y “Gnósticas” de los primeros siglos del Cristianismo [100-200DC], reflejan una similitud histórica y doctrinal.
Comentadores generalmente han pasado por alto un cambio a esta lectura dicha por los testigos significantes de los manuscritos Alejandrinos. En ambos de los Evangelios en el cual este versículo aparece [Mat 12:30; Luc 11:23], el Códice Sináptico se une con otros manuscritos en agregarle el pronombre personal “me” [mi] al final de esta clausula haciéndola leer como: “el que conmigo no recoge, me esparce a mi”. Hay pocas razones de considerar este variante como original. La mayoría de la tradición del cual proviene [texto Alejandrino] lee contrario a este, como lo es la mayoría de testigos y de los grupos textuales. Ni tampoco hay argumentos convincentes para su autenticidad por motivos internos.
Los pocos eruditos que tratan con este tema generalmente concuerdan con el teólogo Bruce Metzger que dice, la lectura representa un intento de balancear el logo, proveyéndole al cuarto verbo con un objeto personal, correspondiente con los 3 anteriores.
Mientras que esta explicación parece tener una apelación gramática, un examen del tema más cercano revela ciertos problemas. Aun con la adición escritural de “me”, gramáticamente es una clausula “balanceada”, y por lo tanto, asimétrica. Aunque es cierto que para que Jesús haya dicho: “el que conmigo no recoge, me esparce a mí”, no hubiera tenido ningún sentido en su contexto canónico evangélico. La solución a este problema solo sale cuando se reconoce que en un diferente contexto, fuera de las declaraciones de Mateo, Lucas, y su origen común, la frase puede fácilmente ser interpretada.
Acordémonos que de acuerdo al patriarca Ireneo, los Gnósticos conocidos como los Valentinianos, adoptaban a 3 diferentes Cristos: uno que ayudo a restaurar la orden a la Pleroma después de la caída de Sofía; otro que represento los atributos combinados de todos los eones [emanaciones]; y otro creado por el Demiurgo, en quien el 'segundo Cristo' entro en su bautismo[1].
Comentadores generalmente han pasado por alto un cambio a esta lectura dicha por los testigos significantes de los manuscritos Alejandrinos. En ambos de los Evangelios en el cual este versículo aparece [Mat 12:30; Luc 11:23], el Códice Sináptico se une con otros manuscritos en agregarle el pronombre personal “me” [mi] al final de esta clausula haciéndola leer como: “el que conmigo no recoge, me esparce a mi”. Hay pocas razones de considerar este variante como original. La mayoría de la tradición del cual proviene [texto Alejandrino] lee contrario a este, como lo es la mayoría de testigos y de los grupos textuales. Ni tampoco hay argumentos convincentes para su autenticidad por motivos internos.
Los pocos eruditos que tratan con este tema generalmente concuerdan con el teólogo Bruce Metzger que dice, la lectura representa un intento de balancear el logo, proveyéndole al cuarto verbo con un objeto personal, correspondiente con los 3 anteriores.
Mientras que esta explicación parece tener una apelación gramática, un examen del tema más cercano revela ciertos problemas. Aun con la adición escritural de “me”, gramáticamente es una clausula “balanceada”, y por lo tanto, asimétrica. Aunque es cierto que para que Jesús haya dicho: “el que conmigo no recoge, me esparce a mí”, no hubiera tenido ningún sentido en su contexto canónico evangélico. La solución a este problema solo sale cuando se reconoce que en un diferente contexto, fuera de las declaraciones de Mateo, Lucas, y su origen común, la frase puede fácilmente ser interpretada.
Acordémonos que de acuerdo al patriarca Ireneo, los Gnósticos conocidos como los Valentinianos, adoptaban a 3 diferentes Cristos: uno que ayudo a restaurar la orden a la Pleroma después de la caída de Sofía; otro que represento los atributos combinados de todos los eones [emanaciones]; y otro creado por el Demiurgo, en quien el 'segundo Cristo' entro en su bautismo[1].
Para los representantes de la ortodoxia trinitaria, Gnósticos quienes diferenciaban entre Jesús y el Cristo, dividiéndolo en seres distintos, eran los verdaderos enemigos de Jesús. Lejos de ser aquellos quienes “recogen” con él, esto es, los que se unen a su misión y compañerismo, esos que dividen o “desparraman” a Jesús eran “contra” el. La corrupción de ambos Mat 12:30 y Luc 11:23 personifica el rechazo ortodoxo de cualquiera que niegue la unidad de Jesucristo[2].
Pie de notas
[1] Este movimiento tuvo numerosos discípulos, de los que quedan algunos escritos, y de los que nos dan noticias numerosas. Los escritores cristianos son: S. Ireneo en su Contra Herejes, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Contra los Valentinos, etc. El fundador, Valentín “el Gnóstico”, es generalmente visto como el fundador de los movimientos Gnósticos Cristianos en Roma y Alejandría.
[1] Este movimiento tuvo numerosos discípulos, de los que quedan algunos escritos, y de los que nos dan noticias numerosas. Los escritores cristianos son: S. Ireneo en su Contra Herejes, Hipólito en los Philosophumena (o Refutatio), Tertuliano en el Contra los Valentinos, etc. El fundador, Valentín “el Gnóstico”, es generalmente visto como el fundador de los movimientos Gnósticos Cristianos en Roma y Alejandría.
Los pocos fragmentos que poseemos son insuficientes para reconstruir su doctrina, que sufrió algunas remodelaciones a través del tiempo por sus discípulos. Sin embargo podemos deducir por los escritos de Ireneo, sobre todo, que su creencia se basaba en un sistema de emanaciones (eones) que componían el mundo divino o pléroma. Dividía a los hombres en hílicos (materiales), psíquicos (animales) y pneumáticos o gnósticos (espirituales). Sólo estos últimos podían aspirar a la perfección y al desposorio con los ángeles.
Tras el proceso de degradación provocado por Sophía (el eón último más imperfecto del pléroma, origen del pecado) viene el proceso de redención que culmina en la bajada del Logos (Cristo) al mundo. El Salvador ilumina a los gnósticos en el «descubrimiento» de su realidad divina. Con la muerte, el elemento divino presente en el gnóstico se reintegrará al pléroma; también a los psíquicos se les ha reservado una salvación inferior [extrapleromática] mientras que los hombres materiales caerán en una disolución total.
[2] No viene como sorpresa que esta lectura entro a copias del NT producidas y preservadas en Alejandría, uno de los bastiones del Cristianismo Gnóstico, donde escribas ortodoxos constantemente se enfrentaban con alegaciones de sus oponentes herejes.
No solo en un número de manuscritos alejandrinos, pero patriarcas de la estatura de Origen y Atanasio nos cuentan sobre esta corrupción. Su prevalencia en estos círculos significa que avanzó en el texto muy tempranamente, continuando a afectar al texto de esa región mucho después que la amenaza Gnóstica paso a los anales de la historia ortodoxa.
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